El capítulo diez del evangelio de Juan (cf. 10, 1-21) se le conoce como el capítulo del Buen Pastor. En este capítulo Jesús se presenta como un «Pastor Bueno» que conoce a sus ovejas y a cada una las llama por su nombre, a diferencia de los «pastores asalariados». Jesús deja claro que «el Buen Pastor» entra por la «puerta del redil» y aquel que entra «saltando por otra parte» es «un ladrón y bandido». No solo se contenta con decir que es el «Buen Pastor» sino que indica tener «otras ovejas que no pertenecen a este redil» a las que «debe guiar para que escuchen su voz y se forme un solo rebaño con un solo pastor». Jesús indica que el da su vida para recobrarla luego, y que nadie se la quita sino que él la entrega.
Estas palabras de Jesús provocaron una nueva división entre «los judíos». El término «los judíos» no es el pueblo judío completo que se opone a Jesús, sino los líderes judíos, los fariseos en particular (7, 32, 45; 8,13; 9, 40), la gente con poder y prestigio qué proteger. La gente común encuentra fácil creer en Jesús. Mientras más sofisticados, ricos, o poderosos lleguemos a ser, encontraremos más obstáculos en el camino de la fe.
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